En los últimos años, uno de los comentarios más repetidos en los canales venecianos a lo largo de estas fechas ha concernido al peso que ha perdido este certamen respecto a su gran competidor (al que no le haremos ninguna publicidad... porque poca falta le hace a Cannes, la verdad). El festival dirigido por Marco Müller ha visto cómo la sombra de su hermano "pequeño" francés se ha ido haciendo más y más larga, pero en el 2010 parece que esta dinámica se está invirtiendo. Más que por el último programa de la Croisette -más bien discreto-, por la fuertísima apuesta de la Mostra para su 67ª edición. Para muestra dos nombres, los que han capitalizado la atención de la tercera jornada: John Woo y Sofia Coppola. No está nada mal.
Por partes. Para seguir con la tradición, Venecia ha entregado el León de Oro a una carrera cinematográfica, que en este caso ha ido a parar a los brazos del mencionado Woo. Se ha reconocido así una trayectoria envidiable, en la que encontramos aproximadamente una veintena -que se dice fácil- de aventuras fílmicas asiáticas y americanas, de las que cabría rescatar los primeros pasos en Hong Kong (entre los que encontramos joyas del cine de acción de los ochenta/noventa como 'The Killer' o 'Hard Boiled', con su por aquel entonces actor fetiche, Chow Yun-Fat) y la vuelta a su país de origen, en la que reluce la ambiciosa y aquí amputada 'Acantilado rojo', además de una serie de taquillazas yankees que ayudaron también a configurar lo que hoy en día entendemos por adrenalina fílmica. Que le aproveche pues el premio, lo tiene bien merecido.
Pero el reputado cineasta chino no acudió a la Biennale sólo para recibir galardones, sino también para presentar su nuevo filme, eso sí, desde un segundo plano. Al fin y al cabo, 'Reign of Assassins' viene firmada por su alumno aventajado, Su Chao-Pin (John Woo se "limita" a co-dirigir). Se trata cómo no de una cinta de acción que sigue los pasos de una asesina (Michelle Yeoh) incapaz de huir de su pasado. O lo que viene a ser lo mismo, un filme de acción impecable dentro de su género, y un muy buen exponente de las últimas tendencias asiáticas en este campo.
Y por si alguien todavía quería más, aún quedaba tiempo para LA hija. En medio de un temporal que asustaría a cualquiera, se ha plantado en Venecia una de las artistas más modernas -con letras mayúsculas, por favor- del panorama actual. Conocida por su apellido (qué orgulloso debe sentirse papá Francis...), por sus ligues (¿se acuerdan del aviso que mandamos el primer día de certamen acerca de los continuos guiños tarantinianos que nos íbamos a encontrar a lo largo del camino?) y por supuesto, por sus películas, de las cuales ninguna cae de la categoría de "título de culto". Obviamente, 'Somewhere' no iba a ser la excepción.
Buenas, muy buenas eran las sensaciones después del primer avance de la película, que nos presentaba a un Stephen Dorff con ganas de redimirse, interpretando a un actor de cine residente en Los Angeles que intenta salvar la relación con su hija, mientras "sobrevive" al mar de lujo y excesos en el que está hundido. ¿Podría estar inspirada en la verdadera historia de Dorff? Claro, y en la de la propia directora también. Y es que se nota que Sofia Coppola sabe de lo que habla/filma. A alguien eso le sonará a déjà vu, o a universo algo repetitivo (estamos pensando claro está en la celebradísima 'Lost in Translation'), pero la calurosa ovación de la Sala Grande al finalizar la proyección ha demostrado que al público poco o nada le importa esto. Y menos cuando la genialidad/personalidad de Coppola hija no parecen dar síntomas de agotarse. Anótenla como firme candidata al León de Oro.
Extraído de aquí