¿The girl that I want?
Fotografía de una mujer sin corazón ni alma.
‘The girlfriend experience’ es un galimatías de imágenes borrosas, conversaciones lejanas y situaciones imprecisas, un ejercicio estilístico y narrativo que ofrece pequeños fragmentos de información desordenada que el espectador deberá desencriptar y recolocar en su cabeza a medida que se van sucediendo las escenas. Parece mas un film experimental o un falso documental rodado por un voyeur que una película de ficción y da la sensación de que mediante esas escenas mal filmadas adrede, los planos difusos y las escenas desestructuradas el director esté gritando “¡Miradme, soy Soderbergh! ¡Mirad lo creativo que soy!”.
Lentitud, languidez, apatía, imprecisión. Distancia. El director se distancia demasiado de su personaje hasta convertirlo en algo vacuo dentro de una obra presuntuosa y sin fuerza. Lo que Soderbergh trata de mostrarnos es el retrato de una mujer que ofrece un servicio a quien pueda pagarlo, intimidad de saldo carente de emociones y hasta de erotismo, y lo hace a través de Chelsea, quien a cambio de unos billetes te ofrecerá su compañía, su tiempo, te ofrecerá sexo y te escuchará como si fueses alguien importante para ella y al menos durante unas horas te hará sentir como tú quieras sentirte; trata de hacer que la comprendamos y que nos demos cuenta de que debajo de su seguridad y esa falta de emociones hay algo más, pero no llega a lograrlo del todo y la idea se queda flotando entre una nebulosa de irregularidades expresivas y técnicas que te harán perderte en una historia que podría haber sido excelente si se hubiera tratado de otro modo.
Sasha Grey con esa expresión gélida que la caracteriza, sus miradas al vacío y su media sonrisa que hace que se te alteren los sentidos aporta con su simple presencia mucho mas a la historia que cualquiera de los diferentes elementos con los que cuenta la película. Logra que te intrigues y te preguntes qué está pasando por su cabeza, qué siente, cómo siente; pero esas preguntas no obtienen mas respuesta que la que cada uno quiera darle.
Diálogos cuanto menos aburridos sobre preocupaciones económicas en un sistema que se desmorona, discusiones faltas de pasión, periodistas que no preguntan lo que de verdad importa, escenas en las que no sabes qué está pasando ni de que están hablando, secundarios que no sabes ni quienes son ni de donde salen, saltos en el tiempo y escenas que parecen ir por libre dentro de un marco narrativo fluctuante. Toda la película es un cúmulo de desaciertos pensados para el lucimiento de Steven Soderbergh, y desde luego se luce, pero no del modo que él esperaba. Para que hubiera sido realmente una buena película habría sido necesario ahondar mas en la sicología de los personajes, adentrarnos mas en la vida personal de Chelsea y en la de su pareja, hay muchas cosas que quedan sin explicar, en el aire, a libre interpretación y eso hace que no entienda la escasa duración de la película, apenas 77 minutos, cuando podría haber sido un trabajo mucho mas concreto y estimulante. Cuenta con escenas que podrían haber sido muy intensas pero las pasa por encima sin apenas prestarles atención como si no fueran importantes.
Como siempre una última conclusión: La cinta es tremendamente atractiva, un extraño ensayo sobre la necesidad y el deseo que realmente sería digna de ver si no estuviera tan terriblemente plagada de errores.