lunes, 4 de mayo de 2009

Feliz cumpleaños Audrey

Hoy 4 de Mayo sería el 80 cumpleaños de la actriz que marcó una época: Audrey Hepburn.
Ganó un Oscar en 1954 por su actuación en La princesa que quería vivir (Roman Holiday, 1953), al lado del reconocido actor Gregory Peck, participó en más de 25 películas que le hicieron posicionarse en Hollywood como una de las mejores actrices de todos los tiempos.
Audrey llegó a compartir créditos con actores de la talla de Humphrey Bogart, Fred Astaire, Gary Cooper, Burt Lancaster, George Peppard y Sean Connery.
Hepburn es considerada por muchos como la actriz que revolucionó los estándares de belleza en Hollywood. Su singular belleza atrajo la atención de muchos directores de moda en su época y provocó que poco a poco la gente olvidara la imagen preconcebida de la típica actriz rubia, llena de glamour e inalcanzable, como Marilyn Monroe.
El libro The 50 most unforgettable actresses of the studio era narra la anécdota de que el único que renegó del trabajo de la actriz en Diamantes para el desayuno (Breakfast at Tiffany’s, 1961), que le dio su cuarta nominación al Oscar, fue el autor de la novela, Truman Capote.
La razón fue que el escritor deseaba fervientemente que fuera Marilyn Monroe quien interpretara a Holly Golightly, la protagonista de su novela, que contaba la historia de una mujer que explotaba económicamente a los hombres.
Además de haber protagonizado La princesa que quería vivir y Diamantes para el desayuno, Audrey Kathleen Ruston, su verdadero nombre, participó en otras cintas que le ayudaron a consolidar su carrera en las décadas de los 60 y 70.
En su historial se encuentra Sabrina (1954), en la que trabajó con Humprey Bogart y William Holden; Mi bella dama (My Fair Lady, 1964), adaptación cinematográfica del musical homónimo; Charada (Charade, 1963), historia de suspenso en la que actuó con Cary Grant, y Una cara con ángel (Funny Face, 1957), en la que hizo mancuerna con Fred Astaire.
La vida de Audrey Hepburn se transformó cuando, a los diez años, sus ojos fueron testigos de la devastación que Europa sufrió con la Segunda Guerra Mundial.
Se cuenta que en 1958 le ofrecieron un papel en la cinta Ana Frank, sin embargo, lo rechazó debido a los crudos recuerdos que aún no lograba superar de la guerra.
Hepburn, quien en 1940 vivió en Holanda con sus hermanos y su madre, fue víctima de la invasión nazi a ese país y, cuando el ejército alemán confiscó los alimentos y combustibles de los holandeses, Audrey –quien por seguridad se cambió temporalmente el nombre a Edda Van Heemstra se vio en la necesidad de comer raíces de tulipanes.
El estado de constante incertidumbre, hambre y miedo que Hepburn experimentó durante la Segunda Guerra Mundial, hicieron que ella padeciera anemia y desnutrición, se enfermara de los pulmones y sufriera depresiones.
Por eso no es de extrañar que una de las mejores interpretaciones de su vida haya sido la Hermana Luke, en Historia de una monja (The nun’s story, 1959), papel que le dio una nominación al Oscar.
En esa cinta Hepburn recrea la vida de una religiosa belga que renunció a todas las comodidades para ayudar como enfermera en el Congo durante la Segunda Guerra Mundial.
Debido a la empatía que Audrey generó con este papel quedó convencida de entregarse a las causas sociales y ayudar a los más necesitados, labor que desempeñó incluso hasta tres meses antes de su fallecimiento.
Con su característica sencillez, Audrey Hepburn dedicó una parte de su vida a la ayuda humanitaria y en 1989 se unió a las filas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), donde fungió como Embajadora de buena fe.
Comprometida con su causa, la actriz viajó principalmente por algunas regiones de África y América Latina para ayudar y asesorar a los niños más pobres.
Su largo itinerario altruista contempló países como Etiopía, Somalia, Kenya, Venezuela, Guatemala, Ecuador, Bangladesh y Turquía, entre otros.
En 1992 el gobierno estadunidense le otorgó uno de los reconocimientos civiles más importantes: la Medalla Presidencial de la Libertad.
Ese mismo año, Hepburn fue diagnosticada con cáncer de apéndice. Poco después se descubrió que la enfermedad se expandió hacia su intestino delgado, por lo que fue operada para retirarle más de 30 centímetros de ese órgano y fue tratada con quimioterapia. Sin embargo, en una segunda cirugía se descubrió que el cáncer se había extendido y que ya no tenía remedio consigna Lucero Calderon de El Excelsior de México.