miércoles, 8 de octubre de 2008

Pascal Laugier: sangre y polémica en Sitges

Con el director francés Pascal Laugier y su segundo largometraje, «Martyrs», proyectado hoy dentro de la sección competitiva Fantástico, ha llegado al Festival de Cine de Sitges el terror extremo y la polémica.
La película, que ya causó cierto revuelo entre los programadores de festivales que pudieran ver «Martyrs» en el último festival de Cannes, narra y muestra con pelos y señales el proceso de martirio de una joven, humillada, golpeada y al final despellejada.
Tras asegurar que es un «fan del cine de terror», Laugier ha dejado bien claro para aquellos que juzgan su película, que «el cine de terror ha de tener siempre un punto de transgresión y provocación».
Pretendía que ese tipo de cine transgresor llegara al gran público, porque «hace años que las películas de terror las hacen los fans para los fans del género».
Admite que «Martyrs» es una cinta genuinamente francesa, europea, que bebe en una cultura arraigada en su país: «George Bataille y sus ideas sobre la necesidad del sufrimiento, unas ideas muy ligadas a la tradición católica, o también Foucault, que me ha influido tanto que lo conozco casi de memoria».
«Martyrs» es también, añade su director, una «reivindicación de un cine de terror europeo que no pretende emular las películas del género norteamericanas».
Argumenta Laugier que «no se incluyen escenas de agresión sexual porque «no hay nada menos valiente que hacer aparecer el sexo en una película con la pornografía por todos los sitios».
Laugier forma parte de una generación de jóvenes realizadores franceses que se han apuntado al terror extremo, como Alexandre Bustillo y Julien Maury con «À l'intérieur», o Xavier Gens y su «Frontière(s)».
Frente a la tradición de terror en España, en Francia el género no tenía público, y por esa razón, justifica Laugier, «muchos jóvenes directores sufrían una frustración por no poder hacer ese tipo de filmes, una frustración que ahora ha desencadenado estas películas extremas».
Esa nueva generación de directores, en la que también figuraría Alexandre Aja, tienen mucho en común, según Laugier: «Son jóvenes, practican un cine similar al de los años 60, cuando se producía un cine de terror experimental y salvaje y buscan nuevas formas para el género acordes a la época que vivimos».
Laugier ha insistido hoy en su comparecencia ante público y prensa, tras la proyección, que él siempre estaba al lado de la chica martirizada y «nunca con los miembros de la secta», los cuales, matiza, son «profanos, pues no creen en la validez de los sistemas religiosos, y si creyeran en la Biblia no se preguntarían qué hay después de la muerte».
En previsión de ataques de sectores progresistas, Laugier admite que «Martyrs» es «la película de una persona católica, educada en la tradición católica familiar, pero hoy no practico ni soy creyente».
De todos modos, siguiendo esa tradición, «la cuestión del sufrimiento es una cosa que me sorprendió mucho, esa idea de que Jesucristo había sufrido por mí».
No quiso recrearse en las escenas en que la protagonista (una sensacional Myrlène Jampanöi) es despellejada, pero sí quiso mostrar los planos en que la chica es golpeada con absoluta brutalidad en ese proceso hacia su martirio.
Sobre la respuesta de las actrices, Laugier ha querido dejar claro que no practica el estilo de algunos directores, que «las pegan y las humillan para que lloren», pues él prefiere «trabajar mucho antes del rodaje para establecer mucha confianza».
Laugier se confiesa un admirador de las películas de miedo que tratan el tema de «la violencia como una diversión», pero en este caso no era su proyecto, asegura el director, quien pretendía que «el público siguiera el proceso de martirización de la joven, casi al mismo ritmo que ella».