jueves, 13 de noviembre de 2008

Bajo el profundo mar

Que muerte.

Que suerte.

Que sorpresa.

Mi voluntad ha elegido la vida. Aun así me ha asustado, y a muchos otros también.

Ahora doy clases de piano en Nelson. George me ha fabricado un dedo de metal, soy una verdadera atracción local, y eso me satisface.

Estoy aprendiendo ha hablar. Mis sonidos suenan aun tan mal que me da vergüenza, solamente practico cuando estoy sola, y en la oscuridad.

Por las noches pienso en mi piano en su tumba del océano, y a veces en mi misma flotando sobre él. Allí abajo todo está tan inmovil y silencioso que me arrulla y me adormece. Es una extraña canción de cuna, así es, y es mia.

Hay un silencio donde nunca ha habido sonido

Hay un silencio donde no puede haber sonido.

En la fría tumba.

Bajo el profundo, profundo mar.